Santa María instrumento de la divina Bondad
Santísima Virgen María, “excelsa entre los humildes y los pobres”, escogida por Dios para colaborar de modo singular en la obra de nuestra redención. Tú eres instrumento preciso de los designios de Dios. Elegida para ejercer una función maternal de intercesión y de gracia, de súplica y de perdón, de reconciliación y de paz, por ti el Señor ha hecho y sigue haciendo maravillas.
Tú instrumento precioso de la divina gracia, concédenos del Señor la gracia de sentirnos nosotros también instrumentos vivos en tus manos; intercede por nosotros para que nos conceda la virtud de la instrumentalidad.
Qué misterio de la bondad de Dios. Ha querido tener necesidad de nosotros; nos ha dado parte de la obra de la creación, de la santificación. “Id también vosotros a trabajar mi viña”. Esto supone para nosotros una gran dignidad y una gran responsabilidad. Ayúdanos, Santa María, precioso instrumento de Dios; queremos ser, como tú, instrumentos de calidad.
Santa María, instrumento precioso de Dios, haznos entender que el mejor evangelizador es el santo. No es que hayamos de despreciar la preparación humana, proyectos, programas y planificaciones, que todo eso habrá que hacerlo y muy seriamente. Pero “la santidad es un presupuesto fundamental y una condición insustituible para realizar la misión santificadora de la Iglesia”.
La santidad no solo no excluye, sino que se preocupa, en la medida de lo posible, de la preparación y formación permanente y actualizada y de adquirir ese conjunto de cualidades humanas y sobrenaturales que, puestas al servicio de Dios, convierten al evangelizador en instrumento apto, que no pone obstáculos a la acción de la gracia de Dios, sino que coopera incondicionalmente con ella.
Para escribir necesitamos pluma, o uno de esos maravillosos instrumentos que la sustituyen. En la pluma hay una paradoja. Ella no conoce el alfabeto, no sabe gramática, ni redacción, ni literatura. La pluma que todo lo escribe es iletrada. No necesitamos que la pluma sea letrada, sino dócil. No le pedimos sabiduría, sino disponibilidad: es nuestro instrumento. El saber nos toca a nosotros, porque es nuestro pensamiento lo que ella escribe. Si la pluma tuviera ideas propias, ortografía propia y estilo propio, sería un verdadero lío, perderíamos mucho tiempo en discusiones para ponernos de acuerdo.
Santa María, instrumento de la gracia de Dios, enséñanos cuál es nuestro papel en manos del Señor: dejarnos manejar. Sé que esto suena mal hoy. Pero Señor la verdad es que “desde que mi voluntad está a la vuestra rendida, conozco yo la medida de la mejor libertad”. Efectivamente, “servir es reinar”. Porque “en servirte a ti, Creador de todas las cosas, consiste el gozo pleno y verdadero”.
Qué hermoso es ser instrumento vivo en manos de Dios. Qué difícil es ser buen instrumento. Ni seamos indóciles ni rebeldes. No nos atribuyamos lo que no es nuestro ni usurpemos méritos que no tenemos. La gloria es del Señor. El Señor no cede su gloria a nadie.
Esta disponibilidad total es necesaria en el apostolado, pues de Dios somos colaboradores. Seamos buenos instrumentos que se dejan fácilmente manejar y cuando hayamos hecho lo que es nuestra tarea, digamos con plena convicción: “Siervos inútiles somos, no hemos hecho sino lo que debíamos hacer”.
Que hermoso es saber dar paso a otros que lo han de hacer mejor, que son más jóvenes, que son más eficaces. Que belleza darse cuenta de sus propias limitaciones, de su inferioridad y dejar sitio a otros, dar oportunidad a otros. Qué grandeza de alma se manifiesta cuando alguien dice: “Conviene que él crezca y yo disminuya”.
Santa María instrumento precioso de los designios de Dios, danos un vivo sentido de instrumentalidad, que siempre sepamos actuar como instrumentos, que sepamos retirarnos y ceder sin tragedia y nos dejemos sustituir sin traumas y sin hacer escenas.
Pero en los cambios y sustituciones pueden crearse situaciones injustas de abandono, olvido, desprecio, marginación y ostracismo. “Del árbol caído todos hacen ramas”. Es injusto considerar inútil, inservible, carga social, al enfermo, al anciano. Cuando la persona no sirve ya, se le sustituye, pero no se puede menospreciar, desvalorizar, tirar a la basura o llevar a la chatarrería. Toda persona gastada, estropeada por la edad, el trabajo, la enfermedad, merece veneración, respeto, cariño.
Cuánta belleza encierran los museos de arte que recogen objetos religiosos, retirados del culto, piezas que ya no están en servicio, pero que conservan todo su valor artístico, histórico, religioso y emocional. Qué belleza hemos saber descubrir en esos otros museos de arte religioso que son los hospitales y las residencias de ancianos donde hay tantos hombres y mujeres, hechos a imagen y semejanza de Dios, estropeados y gastados, pero dignos de respeto, veneración, amor y agradecimiento
Santa María instrumento precioso de la gracia de Dios, danos clara consciencia de instrumento y disponibilidad total para ser instrumentos aptos. Tú dijiste: “Aquí está la esclava del Señor” y te pusiste en sus manos incondicionalmente: que nosotros sepamos decir con la misma incondicionalidad: “Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad”. Tómame, como tú quieras, para lo que tú quieras.
Santa María, instrumento de los designios de Dios, ruega por nosotros.
(Citas extraídas del mencionado libro “Sub tuum praesidium Sancta Maria, Mater Ecclesiae” en las páginas 55 a 59, Editorial EDICE, Madrid 2016).
La Asociación Misericordia dio inicio en octubre pasado a una sección nueva. Se trata de transmitir regularmente unos preciosos pensamientos sobre la Santísima Virgen María de autoría del Obispo emérito de San Cristóbal de La Laguna, Canarias, Mons. Damián Iguacén Borau.
Este ilustre Prelado, fue el Obispo más anciano del mundo hasta su fallecimiento el 24 de noviembre.
Cuando Mons. Damián Iguacén cumplió cien años, la Conferencia Episcopal Española publicó un libro denominado “Sub tuum praesidium Sancta Maria, Mater Ecclesiae” que reúne una serie de escritos de D. Damián sobre la Virgen María, dedicados a las más variadas advocaciones y títulos de la Virgen por él ideados.
Por considerarlas de mucha utilidad para nuestros lectores, publicaremos regularmente citas de esos escritos de Mons. Iguacén en el libro editado por la CEE en la Editorial EDICE, Madrid 2016.