Santa María del ángelus
Santa María del ángelus, no sé con qué alabanzas ensalzarte, porque llevaste en tu seno al que los cielos no pueden abarcar; permíteme que, al menos tres veces cada día, me dirija a ti para saludarte, agradecer tu consciente y voluntaria cooperación a la obra de nuestra redención, y recordar contigo el misterio de la Encarnación.
Quiero celebrar contigo, al menos en tres momentos de cada día, el admirable intercambio realizado por el Creador del género humano, cuando, tomando cuerpo y alma en tus purísimas entrañas y naciendo de ti, virginalmente se hizo hombre y nos dio parte en su divinidad.
Quiero estar contigo, al menos tres momentos del día, para dar gracias contigo al Señor porque se dignó elevarnos al orden sobrenatural.
Quiero, al menos tres veces cada día recordar que por ti entró en el mundo el que ha venido a inaugurar el tiempo nuevo anunciado por los profetas, recordarte las palabras del Ángel y felicitarte porque llevaste en tu seno a Cristo, el Salvador.
Santa María del ángelus, ante la admiración del cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador; quiero, al menos tres veces al día, adorar en ti al Verbo encarnado. En ti, tabernáculo purísimo de su presencia y sagrario del Espíritu Santo, quiero descubrir cada día que todos los caminos pasan por Cristo, Dios y Hombre verdadero. Ya no puedo ir a Dios sin pasar por el hombre. Ya no puedo ir al hombre prescindiendo de Dios. Dios y hombre están indisolublemente unidos. No se puede amar a Dios de verdad si no amamos a la persona humana. No se puede amar de veras a las personas si ignoramos a Dios. Dios y el hombre se han encontrado en Cristo, Dios hecho Hombre en tus purísimas entrañas. Santa María del ángelus, quiero recordar al menos tres veces al día, que todos los caminos se cruzan en Cristo, Dios y hombre verdadero.
Santa María del ángelus, quiero invocarte tres veces al día como Santa María de la Concordia, pues en ti llegó el momento culminante del plan que el Padre había proyectado realizar por Cristo: recapitular en él todas las cosas, reconciliar consigo todos los seres, haciendo la paz.
Por eso, todos los días, al menos tres veces, al recordar el misterio de la Encarnación, quiero pedir la concordia y comprometerme a vivir en concordia y a trabajar por la concordia. Sin la concordia, ninguna ofrenda agrada a Dios.
Cada día, al menos tres veces, quiero comprometerme, recordando la Encarnación, a destruir las obras de la carne que llevan a la desintegración, a la dispersión. Siempre ha inspirado a la Iglesia un horror instintivo la división y el cisma. Romper la unidad es lo mismo que romper la verdad. El veneno de la discordia es tan pernicioso como el del error. Los que son infieles a la unidad de la Iglesia atacan la propia unidad de Dios. La discordia ataca a lo más querido por Cristo y falta a la caridad más esencial, que es la caridad que vela por la unidad.
Que no hable de verdad quien no vive en unidad. Que no hable de unidad quien no viva en caridad. En Cristo, verdad, unidad y caridad se identifican. La caridad que menosprecia la unidad, no es auténtica; la unidad solo es aparente donde no reina la caridad.
Santa María del ángelus, Virgen de la Concordia, hazme vivir al menos, en tres momentos cada día, de manera intensa, la necesidad de la concordia, paz y unión; de pedir que la Iglesia sea instrumento de concordia y de unidad entre todos los hombres y signo de salvación para todos los pueblos.
Al recordar tres veces cada día el misterio de la Encarnación, quiero comprometerme a vivir en concordia, paz y unión y a trabajar para que todos nos mantengamos unánimes y concordes.
Por la mañana, al mediodía, por la tarde esta será mi oración.
ÁNGELUS
V / El ángel del Señor anunció a María
R / Y concibió por obra del Espíritu Santo
Dios te salve María….
V/ He aquí la esclava del Señor
R/ Hágase en mí según tu palabra
Dios te salve María….
V/ Y el Verbo se hizo carne
R/ Y acampó entre nosotros
Dios te salve María….
Oremos
Derrama Señor, tu gracia sobre nosotros, que por el anuncio del ángel hemos conocido la Encarnacion de tu Hijo, para que lleguemos por su Pasión y su cruz a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Ubi Caritas
Donde hay verdadera caridad
allí esta Dios.
Nos congregó en unidad el amor de Cristo;
Exultemos de alegría y nos gocemos en él;
Temamos y amemos al Dios vivo,
Y nos amemos unos a otros con sincero corazón.
Donde la caridad es verdadera
allí esta Dios.
Congregados en la unidad
No nos dividamos por el modo de pensar,
Lo evitemos;
Cesen las contiendas malignas, cesen los litigios;
En medio de nosotros esté Cristo Dios.
Donde la caridad es verdadera
allí esta Dios.
El que no ama, siempre anda en la noche,
Envuelto en tinieblas y en sombras de muerte;
Si vivimos en el amor;
Seremos hijos de la luz e hijos del día.
Donde la caridad es verdadera
allí esta Dios.
Unidos en el amor al que nos salvó,
Y reunidos por el Espíritu del Padre,
Vivamos de verdad como hermanos,
Y difundamos amor y alegría sobre la tierra.
Donde la caridad es verdadera
allí esta Dios.
Pidamos confiadamente al Padre Santo
Nos conceda la paz en nuestros días;
Que, olvidando los pueblos sus rencores,
El mundo se renueve en el amor.
Donde la caridad es verdadera
allí esta Dios.
Unidos a los bienaventurados,
Contemplemos tu rostro, oh Cristo Dios;
Este será nuestro gozo inmenso y santo,
Por los siglos de los siglos. Amén.
Donde la caridad es verdadera
allí esta Dios.
(Citas extraídas del mencionado libro Sub tuum praesidium Sancta Maria, Mater Ecclesiae en las páginas 43 a 46, Editorial EDICE, Madrid 2016).
La Asociación Misericordia dio inicio en octubre pasado a una sección nueva. Se trata de transmitir regularmente unos preciosos pensamientos sobre la Santísima Virgen María de autoría del Obispo emérito de San Cristóbal de La Laguna, Canarias, Mons. Damián Iguacén Borau.
Este ilustre Prelado, fue el Obispo más anciano del mundo hasta su fallecimiento el 24 de noviembre.
Cuando Mons. Damián Iguacén cumplió cien años, la Conferencia Episcopal Española publicó un libro denominado “Sub tuum praesidium Sancta Maria, Mater Ecclesiae” que reúne una serie de escritos de D. Damián sobre la Virgen María, dedicados a las más variadas advocaciones y títulos de la Virgen por él ideados.
Por considerarlas de mucha utilidad para nuestros lectores, publicaremos regularmente citas de esos escritos de Mons. Iguacén en el libro editado por la CEE en la Editorial EDICE, Madrid 2016.