André Ferreira
La caridad fraterna y los mayores: un punto importante en nuestras vidas según la Fe católica
La caridad fraterna y el cuidado de nuestros mayores son temas fundamentales en la Fe católica.
A lo largo de la Historia numerosos autores católicos, -santos y papas- han subrayado la necesidad de poner en práctica la caridad y honrar a nuestros mayores como un pilar esencial en nuestras vidas. En este Blog, destacaremos algunas de las enseñanzas más relevantes sobre este tema y como podemos aplicarlas en nuestro día a día.
I. Ejemplos de la enseñanza de la caridad fraterna en la Iglesia Católica
Este ha sido un tema central en la doctrina de la Iglesia Católica desde sus inicios. San Agustín, uno de los más influyentes teólogos y filósofos cristianos, afirmó que «la medida del amor es amar sin medida». Este principio nos anima a amar y cuidar de nuestros hermanos y hermanas, sin importar su edad o condición.
San Francisco de Asís, fundador de la orden franciscana, conocido por su amor hacia los más necesitados, también predicó la importancia de la caridad fraterna y el cuidado de los menos afortunados.
Uno de los episodios más emblemáticos de su vida involucra a un leproso, y aunque este ejemplo no se centra específicamente en los mayores, ilustra perfectamente la caridad que caracterizó a San Francisco.
En su juventud, Francisco tenía un profundo miedo y repulsión hacia los leprosos. Sin embargo, un día mientras viajaba a caballo cerca de Asís, se encontró con un leproso en el camino. Inicialmente, Francisco sintió el impulso de alejarse, pero recordó su deseo de seguir a Cristo y decidió enfrentar su miedo.
Francisco se desmontó de su caballo, se acercó al leproso y le dio una limosna. Luego, superando su repulsión, abrazó al hombre y lo besó en la mano. Al hacerlo, Francisco experimentó una transformación profunda en su corazón. Al regresar a su caballo y mirar hacia atrás, el leproso había desaparecido, lo que llevó a Francisco a creer que se trataba de una prueba enviada por Dios.
A partir de ese momento, San Francisco comenzó a buscar activamente la compañía de los leprosos y a servirles con amor y compasión. Fundó hospitales y lugares de acogida para atender sus necesidades y cuidar de ellos.
Sus palabras y ejemplo de vida nos inspiran a acercarnos a nuestros mayores con amor y compasión.
II. Santos y su ejemplo de caridad fraterna hacia los mayores
Santa Teresa de Calcuta, conocida por su inmensa labor caritativa y su amor hacia los pobres y enfermos, también mostró un profundo respeto y cuidado por los mayores.
Cierta vez, mientras caminaba por las calles de Calcuta, Madre Teresa encontró a un anciano enfermo y desamparado que yacía en el suelo, rodeado de basura y suciedad. A pesar de su lamentable estado, el hombre tenía una expresión de paz en su rostro. Madre Teresa se acercó a él, le habló con ternura y lo llevó a la Casa de los Moribundos para brindarle cuidados y consuelo en sus últimos momentos. Al llegar, el anciano reveló que, durante toda su vida, había soñado con morir en paz y con dignidad.
Su ejemplo de vida nos enseña que, como católicos, debemos estar dispuestos a ayudar y brindar consuelo, esperanza y amor a nuestros mayores en sus momentos de necesidad y soledad, independientemente de su edad o situación, pues es una de las formas concretas de vivir el amor de Dios en nuestra vida cotidiana.
San Juan de Dios, fundador de la orden de los Hermanos Hospitalarios, dedicó gran parte de su vida a cuidar a los enfermos y ancianos. Un ejemplo conmovedor de la vida de San Juan de Dios ocurrió en Granada, en el siglo XVI. Un día, mientras caminaba por la ciudad, Juan encontró a un hombre enfermo y desamparado que yacía en el suelo, sin hogar ni familia para cuidarlo. Juan, conmovido por la situación del hombre, decidió llevarlo a su casa y cuidarlo él mismo.
Sin embargo, al darse cuenta de que había muchos otros enfermos y necesitados en la ciudad que también requerían atención y cuidado, Juan sintió la llamada de Dios para dedicar su vida a estas personas. Comenzó a recoger a los enfermos y desamparados de las calles y los llevaba a una casa que alquiló para albergarlos.
Para financiar su labor, San Juan de Dios pidió limosna y vendió madera y otros materiales. Cuando no había suficiente dinero, no dudaba en pedir ayuda a los ciudadanos de Granada.
Con su ejemplo nos demuestra cómo el amor y la caridad fraterna pueden cambiar la vida de las personas necesitadas y transformar la sociedad.
III. Los Papas y su llamado a la caridad fraterna y cuidado de los mayores
Benedicto XVI en su Encíclica “Deus caritas est” enseñó que: “con el paso de los años y la difusión progresiva de la Iglesia, el ejercicio de la caridad se confirmó como uno de sus ámbitos esenciales, junto con la administración de los Sacramentos y el anuncio de la Palabra: practicar el amor hacia las viudas y los huérfanos, los presos, los enfermos y los necesitados de todo tipo, pertenece a su esencia tanto como el servicio de los Sacramentos y el anuncio del Evangelio. La Iglesia no puede descuidar el servicio de la caridad, como no puede omitir los Sacramentos y la Palabra”.
Y el Papa Francisco ha sido un defensor incansable de la caridad fraterna y el cuidado de los mayores. En su encíclica «Fratelli Tutti», el Papa nos invita a construir una «cultura del encuentro» en la que seamos capaces de reconocer el valor y la dignidad de cada persona, especialmente de aquellos que son más vulnerables, como nuestros mayores. Francisco nos recuerda que «nadie se salva solo» y que estamos llamados a ser una comunidad solidaria y caritativa, donde el cuidado de los mayores sea una prioridad.
Como podemos ver, la caridad fraterna y el cuidado de nuestros mayores son temas que han sido abordados largamente. Al cuidar y honrar a nuestros mayores, seguimos el ejemplo de Jesucristo, quien nos enseñó a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos y a servir a los más necesitados. Jesús en Mateo 25,40 nos dice: «En verdad os digo que, cuando lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis«. Este pasaje bíblico nos recuerda que, al cuidar de nuestros mayores, estamos sirviendo a Cristo mismo.
Santa Teresa de Ávila, la grande santa mística de la Iglesia, nos anima a poner en práctica la caridad fraterna afirmando que «el amor de Dios se ha de poner por obra». Al cuidar de nuestros mayores, estamos poniendo por obra nuestro amor a Dios y a nuestros hermanos en la fe.
Como cristianos, debemos comprometernos a vivir la caridad fraterna. Esto puede incluir visitar a los ancianos de nuestra comunidad, ofrecerles ayuda en las tareas diarias, escuchar sus historias y brindarles compañía.
En el cuidado de nuestros mayores, encontramos también un camino hacia nuestra propia santificación. Al servir a los demás con amor y humildad, nos acercamos más a Cristo y crecemos en nuestra vida espiritual.
Que nuestras vidas sean un reflejo de las enseñanzas de la Iglesia y de los ejemplos de los santos y de los papas y así “construiremos una comunidad de fe más fuerte, amorosa y solidaria, en la que todos podamos crecer juntos en el amor de Dios”.