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La Asociación Misericordia dará inicio a una sección nueva. Se trata de transmitir regularmente unos preciosos pensamientos sobre la Santísima Virgen María de autoría del Obispo emérito de San Cristóbal de La Laguna, Canarias, Mons. Damián Iguacén Borau.

Este ilustre Prelado, es el Obispo más anciano del mundo. Todo un récord digno del Guinness World of Records.

Cuando Mons. Damián Iguacén cumplió cien años -ahora tiene 104- la Conferencia Episcopal Española publicó un libro denominado “Sub tuum praesidium Sancta Maria, Mater Ecclesiae” que reúne una serie de escritos de D. Damián sobre la Virgen María, dedicados a las más variadas advocaciones y títulos de la Virgen por él ideados.

Por considerarlas de mucha utilidad para nuestros lectores, publicaremos regularmente citas de esos escritos de Mons. Iguacén en el libro editado por la CEE en la Editorial EDICE, Madrid 2016.

“Tu, Santa María, eres escalera en mis manos. Por ti, contigo, en ti, puedo subir a la plenitud de la vida Cristiana y a la perfección de la caridad. Tú brillas ante la comunidad de los creyentes como modelo de virtudes. Tú unes y reflejas en ti las más grandes exigencias de la Fe y atraes a los creyentes hacia tu Hijo y hacia el amor del Padre. Santa María de la escalera, ruega por nosotros.

 Pero, tú, oh María no eres una escalera clandestina por donde intenten colarse subrepticiamente en el cielo, al margen del Señor, los que te veneran a ti y no adoran al Señor. No eres escalera secreta para eludir el encuentro con Cristo, única escalera de acceso al Padre… …La devoción y el amor a la Virgen María no es una trampa, no es un engaño, no es un subterfugio piadoso. Esta “Escalera” entra en tus planes (de NSJ) y es para nuestra salvación. En nada disminuye tu mediación única y absolutamente necesaria, ni tu puesto insustituible.

La escalera es un símbolo de ascensión espiritual y de perfección… ..La cruz es escalera para la gloria. “Por la cruz, a la luz”.

Misteriosa escalera esta: por la elevación, se baja y por la humillación se sube. Cómo se trastocan aquí las cosas, cómo cambias  Señor la ‘escalera de valores’. Quiero usar siempre tu escala  de valores.

La escala erigida representa nuestra vida mortal,, que eleva el Señor hasta el cielo por la humildad de corazón. Los lados de esa escalera decimos ser nuestro cuerpo y nuestra alma, en los cuales la vocación de  Dios ha dispuesto diferentes escalones de disciplina y de humildad por los que debemos subir. Subidos  todos los grados y peldaños de humildad, llegaremos a aquél divino amor que siendo perfecto, arroja todo temor. La oración es la escala que nos acerca a Dios. En lo alto de la oración pone Dios todas las cosas. Quien no reza, nada conseguirá.

Tengo que aprender a subir y bajar, a esforzarme y poner de mi parte, a no pedir todo a los otros.

Oh Santa María de la escalera , ayúdame a usar bien esta escalera de mi vida.

Estar parado en la escalera es símbolo de ambigüedad o indefinición, no se sabe si sube o baja.

Que difícil es subir sin sentir el mareo de la soberbia, qué peligroso es bajar hasta los hermanos para hacerles servicios y no perjuicios.

Aguantar pisadas es una misión muy hermosa. El peldaño no se queja: es manso y humilde, aguanta y permanece en su sitio humilde. No hay mayor fuerza que atreverse a ser débil. El amor no se adquiere con dinero ni se impone a base de temor, sino con dulzura y mansedumbre. Quiero tener el aguante de la escalera y la mansedumbre del peldaño.

Escalón que cruje no es de fiar. No me quejaré de nada ni de nadie.

La mansedumbre supone ternura de sentimientos, suavidad en las expresiones, dulzura en el trato. No es debilidad de carácter, ni timidez, ni inercia. Soporta las injurias recibidas y las perdona.

La mansedumbre inclina a la indulgencia y no al castigo; expresa dominio de sí, de su propio corazón, es decir, posee la tierra, su tierra. El iracundo, él vengativo, el agresivo no tiene dominio de sí, no llega a poseer su tierra. La mansedumbre tiene una gran fuerza de conquista, mayor que la fuerza bruta.

Santa María de la escalera, condúcenos a Jesús, manso y humilde de corazón.

Señor que nunca seamos escándalo ni tropiezo para nadie. Que por nosotros nadie sufra caída alguna, ni nadie se aparte de ti. Que por nuestro mal ejemplo a nadie empujemos escaleras abajo en la vida.

Santa María de la escalera, ruega por nosotros.

(Citas extraídas del citado libro Sub tuum praesidium Sancta Maria, Mater Ecclesiae en las páginas 174 a 178, Editorial EDICE, Madrid 2016).